1 de septiembre de 2008

Un estado corporativista

En plenas elecciones de legistlatura,en 2006,y tres semanas antes de anunciar la dimisón de Donald Rumsfeld,George W.Bush firmo la ley de Autorización de Defensa en una ceremonia privada en el Despacho Oval.Entre las 1400 páginas se oculta una cláusula que en su momento pasó inadvertida,y que otorgaba al presidente la facultad de declarar la ley marcial y "recurrir a las fuerzas armadas,incluyendo la Guardia Nacional", pasando por encima de los deseos de los gobernadores, en el caso de una "emergencia pública" con el fin de "restaurar el orden público" y "suprimir" el desorden.La emergencia en cuestión podía ser un huracan ,una manifestación o una "emergencia de salud pública",en cuyo caso el ejército podría imponer cuarentenas y vigilar los suminsitros de vacunas HR 5122.Antes de la ley el presidente sólo podía ejercer estos poderes en caso de insurreección.

Con sus colegas en plena campaña el senador demócrata Patrick Leahy fue la única voz de alarma al afirmar que "utilizar el ejército para hacer cumplir la ley va contra uno de los principios básicos de nuestra democracia".Además señaló que"las implicaciones de cambiar la ley son enormes ,pero este cambio se deslizó en el documento como una cláusula que apenas se estudió.Otros comités del Congreso con jurisdicción en estos temas no tuvieron ocasión de comentar estas propuestas". ( Patrick Leahy )
Ademas el ejecutivo, que asumió nuevos y extraordinarios poderes, había al menos otro ganador claro:la industria farmacéutica.En caso de producirse cualquier tipo de epidemia,era posible recurrir a los militares para proteger los laboratorios y los medicamentos,e imponer cuarentenas (un objetivo político perseguido por la administración Bush desde mucho tiempo atrás).Eran buenas noticias para Gilead Sciences,la empresa en la que había participado Rumsfeld y propietaria de la patente de Tamiflu.La nueva ley ,junto con el temor de la gripe aviar ,podría haber contribuido a la actuación estelar de Tamiflu incluso después de la marcha de Rumsfeld:en sólo cinco meses,su cotización en bolsa subió un 24%.( Gilead Sciences )

¿Qué papel jugaron los intereses empresariales en la aplicación de la ley? Tal vez ninguno, pero merece la pena hacerse esa pregunta.De forma similar, pero a mayor escala ¿qué papel desempeñaron los beneficios para contratistas como Halliburton y Bechtel,y para petroleras como ExxonMobil,en el entusiasmo del equipo de Bush ante la invasión y la ocupación de Irak? Resulta imposible responder con precisión a estas preguntas sobre la motivación, ya que las personas implicadas destacan por mezclar los intereses empresariales con el interés nacional hasta el punto de que ellas mismas parecen incapaces de establecer las diferencias.

En su libro Overthow ,publicado en 2006 ,Stephen Kinzer antiguo corresponsal del New York Times intenta llegar al fondo de lo que motivó a los políticos estadounidenses a ordenar y orquestar golpes de Estado en el extranjero durante el siglo pasado.Tras estudiar la implicación de los Estados Unidos en operaciones de cambio de régimen desde Hawai (1893) hasta Irak(2003),KInzer ha observado que casi siempre se repite un proceso en tres fases.En primer lugar,una multinacional con sede en Estados Unidos se enfrenta a algún tipo de amenaza financiera a consecuencia de las acciones de un gobierno extranjero que exige a la empresa "que pague impuestos o que respete el derecho laboral o las leyes de protección ambiental.En ocasiones,la empresa se nacionaliza o bien se le exige que venda parte de sus terrenos o de sus bienes",explica Kinzer.En segundo lugar,los políticos estadounidenses se enteran del contratiempo y lo reinterpretan como un ataque contra su país."Trasnforman la motivación económica en política o geoestratégica.Dan por sentado que cualquier régimen que moleste o acose a una empresa norteamericana debe ser antiamericano,represivo,dictatorial y,probablemente,la herramienta de algún poder o interés extranjero que pretende debilitar a los Estados Unidos ".La tercera fase se produce cuando los políticos tienen que vender la necesidad de la intervención a la opinión pública.En este punto,el asunto se convierte en una lucha forzada del bien contra el mal,"una oportunidad de liberar a una pobre nación oprimida de la brutalidad de un régimen que creemos dictarorial,porque ¿ qué otro tipo de régimen importunaría a una empresa norteamericana ?".En otras palabras ,gran parte de la política exterior de Estados Unidos es un ejercicio de proyección en el que una reducidisíma élite con intereses propios identifica sus necesidades y sus deseos con los del mundo entero.

Kinzer señala que esta tendencia ha sido especialmente pronunciada en los políticos que pasan directamente del mundo de la empresa a ocupar su cargo público.Por ejemplo,el secretario de Estado de Eisenhower,John Foster Dulles,trabajó como abogado de multinacionales durante casi toda su vida.Representó a algunas de las firmas más poderosas del mundo en sus conflictos con gobiernos extranjeros.Como Kinzer ,los diversos biógrafos de Dulles coinciden en que el secretario de estado fue incapaz de distinguir entre los intereses de las empresas y los de su país."Dulles tuvo obsesiones durante toda su vida:combatir el comunismo y proteger los derechos de las multinacionales", escribe Kinzer:"En su mente estaban...interrelacionadas y se reforzaban mutuamente",Esto significaba que no necesitaba elegir entre sus obsesiones:si el gobierno guatemalteco emprendía una acción que perjudicaba a los intereses de la United Fruit Company,por ejemplo,suponía un ataque de facto contra Estados Unidos y merecía una respuesta militar.
En su dedicación a sus dos obsesiones combatir el terrorismo y proteger los intereses de las multinacionales,la adminsitarción Bush repleta de directores generales recién llegados de las salas de juntas se halla sujeta a las mismas confusiones y mezclas.No obstante,existe una diferencia significativa.Las empresas con las que Dulles se identificaba era multinacionales con importantes inversiones internacionales en países extranjeros en minería,agricultura, banca y petróleo.En general,esas empresas compartían un objetivo muy sencillo:querían un ambiente estable y beneficioso para hacer negocios, es decir,leyes de inversión relajadas,trabajadores flexibles y nada de sorpresas desagradables en forma de expropiaciones.Los golpes y las intervenciones militares suponían un medio para conseguir ese fin,no el fin en sí mismo.

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