30 de julio de 2008



La joven democracia quemada en la hoguera

La joven democracia quemada en la hoguera

Cuando el presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, viajó a Londres para asistir a su primera cumbre del G-7 en julio de 1991, nada podía hacerle sospechar que no fuera recibido como un héroe. Durante los tres años anteriores, más que caminar por la escena internacional, había dado la impresión de flotar por ella, hechizando a los medios, firmando tratados de desarme y recogiendo premios de la paz, incluido el Nobel en 1990.

Hasta el inicio de la década de los noventa y gracias a sus políticas gemelas de glasnost (apertura) Perestroika ( reorganización) ,Gorbachov había conducido a la Unión Soviética a través de un admirable proceso de democratización: se había establecido la libertad de prensa, se habían elegido libremente los miembros del parlamento ruso, los gobiernos municipales, y el presidente y el vicepresidente del país , y el Tribunal Constitucional era ya un órgano independiente. En cuanto a la economía, Gorbachov guiaba el país hacia una combinación entre entre el libre mercado y un sistema fuerte de protección social manteniendo ciertas industrias clave bajo control público; ése era un proceso que, según sus propias predicciones, tardaría entre diez y quince años en completarse. Su objetivo final era construir un sistema socialdemócrata siguiendo el modelo escandinavo: “un foco de inspiración socialista para la humanidad “.

En un primer momento, parecía que Occidente también quería que Gorbachov lograse liberar la economía soviética y transformarla en algo cercano a la de Suecia. El Comité del Nobel justificó explícitamente el galardón otorgado a Gorbachov como un modo de ofrecer apoyo a la transición: “una ayuda en un momento en el que ésta se necesita “. Y una visita que realizó a Praga , el propio premier soviético, dejó muy claro que él no podría hacerlo solo : “Como montañistas sujetos a una misma cuerda, las naciones del mundo pueden escalar juntas hasta la cima o caerse juntas al abismo “, dijo.

Así que lo que sucedió en la reunión del G-7 en 1991 fue totalmente inesperado. El mensaje casi unánime que Gorbachov recibió de sus homólogos de las grandes potencia industriales fue que, si no aceptaba una terapia de shock económica radical de inmediato, éstas cortarían la cuerda y le dejarían caer. "Sus sugerencias respecto al ritmo y a la metodología de la transición fueron increíbles ", escribiría más tarde Gorbachov sobre aquel acontecimiento.Leer Más


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