11 de octubre de 2008

Gran Hermano reality show

Consolados por nuestro nuevo conocimiento ,nos sentamos a ver absortos ,encantados, hechizados, y transportados la próxima entrega de Gran Hermano,El rival más débil, Superviviente o cualquiera que sea la última versión de < telerrealidad >Todas ellas nos cuentan la misma historia: que, salvo unos cuantos ganadores solitarios,nadie es realmente indispensable; que un ser humano les sirve a otros seres humanos únicamente en la medida en que pueda ser explotado en provecho de éstos; que el cubo de basura,destino final de los excluidos,es la expectativa natural para aquellos que ya no encajan o que ya no desean ser explotados de semejante forma;que supervivencia es el nombre del juego de la convivencia humana y que la apuesta máxima de la supervivencia consiste en sobrevivir a los demás.Estamos fascinados por lo que vemos,del mismo modo que Dalí o De Chirico deseaban fascinarnos con sus lienzos, cuando se afanaban por exhibir los contenidos más íntimos y recónditos de nuestras fantasías y temores subconscientes.
El primitivo Gran Hermano,aquel sobre el que escribiera George Orwell, presidía fábricas fordistas,cuarteles militares y una infinidad de otros panópticos grandes y pequeños,del tipo de los de Bentham y Foulcault. Su único deseo estribaba en no dejar .Salir a nuestros antepasados y en devolver al rebaño la oveja descarriada.El Gran Hermano de los reality shows televisivos se preocupa exclusivamente de dejar fuera a los hombres y las mujeres sobrantes;l os no aptos o menos aptos, los menos inteligentes o los menos entusiastas, los menos dotados y los menos ingeniosos.
Al viejo Gran Hermano le preocupaba la inclusión,la integración,disciplinar a las personas y mantenerlas ahí. La preocupación del nuevo Gran Hermano es la exclusión:detectar a las personas que < no encajan > en el lugar en el que están,desterrarlas de ese lugar y deportarlas < al sitio al que pertenencen > o, méjor aún, no permitir que se acerquen lo más mínimo. El nuevo Gran Hermano suministra a los oficiales de inmigración listas de personas a las que no deberían permitir entrar y a los banqueros la lista de la gente a la que no deberían dejar ingresar en la categoría de los solventes.Instruye a los guardias acerca de a quiénes deberían detener en la puerta y no permitirles que entren en la comunidad encerrada. Incita a los vigilantes vecinales a que identifiquen y pongan de patitas en la calle a merodeadores y holgazanes, forasteros fuera de lugar.Ofrece a los propietarios circuitos cerrados de televisión, para mantener alejados de la puerta a los indeseables.Es el santo patrón de todos los gorilas ,tanto al servicio de un club nocturno como de un Ministerio del Interior.
Por supuesto ,la noticia de la defunción del Gran Hermano a la antigua usanza supone, como ya señalara a las mil maravillas Mark Twain, una enorme exageración,ambos Grandes Hermanos , el viejo y el nuevo se sientan juntos en las casetas de control de pasaportes de los aeropuertos, con la savedad de que el nuevo examina escrupulosamente la documentación del viaje a la llegada,mientras que el viejo la examina, de manera más bien superficial, a la salida.

El Viejo Gran Hermano sigue vivo y mejor equipado que nunca,si bien hoy se le encuentra preferentemente fuera de los límites permitidos, en las regiones marginadas del espacio social, tales como guetos urbanos,campamentos de refugiados o cárceles. Allí perdura la vieja tarea de no dejar salir a la gente y de volver a hacerles formar cada vez que rompen filas. Como lloviera hace cien años, ese Gran Hermano en el santo patrón de todas las variedades de carceleros.Cabría decir que se trata de un importante papel, y un papel que, dado que se mantiene en el candelero y a bombo y platillo, suele estimarse ´más importante de lo que es en realidad. Sin embargo,hoy se trata de un papel secundario,derivado,suplementario con respecto al desempeñado por la nueva versión del Gran Hermano; su auténtica misión consiste en facilitar un poco la tarea del nuevo Gran Hermano . Los dos hermanos controlan y mantienen entre ellos la frontera entre el < dentro > y el < fuera > .Sus respectivos campos de acción se coordinan bien, en función de la sensibilidad,porosidad y vulnerabiliad de las fronteras. Juntos, abarcan la totalidad del universo social.Sólo cabe desplazarse del reino soberano de un Gran Hermano a la jurisdición del otro; y una de las funciones del Gran Hermano a la antigua usanza consiste en hacernos ver la fastidiosa y repulsiva atención de su hermano menor como una salvación,una operación de socorrismo y la garantía de una existencia segura y venturosa. La crueldad inhumana del primero sostiene la duplicidad diabólica del segundo.Es decir, en tanto en cuanto con nuestras actividades vitales y en el cual se tejen nuestras vidas, es la elección entre no salirse de la fila y el rechazo,entre la custodia del primero o del segundo de los dos Grandes Hermanos ,que presiden conjuntamente el juego de la inclusión obligatoria y la exclusión forzosa.

A lo largo del siglo pasado,nuestros antepasados se resistieron a los temibles poderes del Gran Hermano, lucharon por derribar los muros ,las alambradas y las atalayas, y soñando con caminar por las sendas de su propia elección a la hora elegida por ellos mismos. Parecen haber hecho realidad nuchos de sus sueños, de suerte que muchos de sus descendientes se las arreglan para mantener a ese Gran Hermano que les vigilaba a una distancia segura de las anclas por las que caminaban, pero sólo para caer bajo la atenta mirada del Gran Hermano es su segunda versión.En este siglo,la gran pregunta a la que nosotros, sus descencientes, tendremos que encontrar respuesta es si la única elección al alcance de los seres humanos es la disyuntiva entre la primera versión del Gran Hermano o la segunda: si el juego de inclusión/exclusión es la única manera posible de conducir la vida humana en común y, por consiguente,la única forma concebible que puede adoptar o de la que podemos dotar a nuestro mundo compartido.

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