29 de junio de 2008


La escuela de Chicago y su modelo de capitalismo tienen algo en común con otras ideologías peligrosas:el deseo básico por alcanzar una pureza ideal,una tabla rasa sobre la que construir una socieadad modélica y recreada para la ocasión.Esta ansia por los poderes casi divinos de una creación total explica precisamente la razón por la que los ideólogos del libre mercado se sienten tan atraídos por las crisis y las catástrofes.La realidad no apocalíptica no es muy hospitalaria para con sus ambiciones,sencillamente.Durante más de treinta y cinco años,el motor de la contrarrevolución de Friedman ha sido la singular atracción hacia un tipo de libertad de maniobra y posibilidades que sólo se da en situaciones de cambio cataclísmo.Cuando las personas, con sus tozudas costumbres e insistentes demandas,estallan en mil pedazos;momentos en los que la democracia parece una imposiblidad práctica.

Los creyentes de la doctrina del shock están convencidos de que solamente una gran ruptura ( como una inundación ,una guerra o un ataque terrorista) puede generar el tipo de tapiz en blanco,limpio y amplio que ansían.En esos períodos maleables,cuando no tenemos un norte psicológico y estamos físicamente exiliados de nuestros hogares,los artistas de lo real sumergen sus manos en la materia dócil y dan principio a su labor de remodelación del mundo.

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